A pesar de parecer un invento súper moderno y actual, el cepillo de bambú ya fue diseñado en el siglo VII, junto con huesos y pelo de animales.
Y este invento surgió de la necesidad de algo más práctico que usar trapos ásperos, tiza, palos o sal para limpiar y eliminar la placa dental, que ya era un gran problema, incluso entonces.
Y fue solo en 1938 cuando aparecieron los cepillos de plástico, ganando una enorme popularidad.
Y hoy, la preocupación de la gente por el tipo de impacto ambiental que ha tenido la eliminación de estos cepillos de plástico en el planeta y su ecosistema, ha motivado y ha motivado la búsqueda de soluciones más saludables para nuestro planeta y quienes lo habitan.
¡Por esa razón, el cepillo de bambú ha sido una gran alternativa!
La pregunta que todo el mundo quiere escuchar ...
¿Puede un simple cepillo de dientes contaminar tanto?
¡La respuesta es sí!
Por ejemplo, Estados Unidos tiene un récord de más de mil millones de cepillos de plástico desechados cada año.
Este es un número devastador para la naturaleza y todo su ecosistema, y que contribuye a un crecimiento cada vez mayor y desenfrenado de la contaminación.
Y este número es alto simplemente porque si decidimos seguir las recomendaciones de los dentistas y otros profesionales en la materia, el cambio de cepillos de dientes debe hacerse cada 3 meses, tirando alrededor de 4 cepillos a la basura al año.
Si alcanzamos la esperanza de vida, que ronda los 75 años, se desecharán unos 300 cepillos de dientes, por persona.
Abarcando ese número para el número de personas en la Tierra, cada año se desechan un promedio de 36 mil millones de libras de cepillos de dientes de plástico.
Una cantidad alarmante de plástico desechado que tardará mucho en descomponerse.
De ahí la evidente necesidad de desarrollar productos sostenibles y biodegradables.
El cepillo de bambú es posiblemente una excelente alternativa porque, en comparación con el cepillo de plástico (que puede tardar hasta mil años en descomponerse), tiene una descomposición rápida como la de una rama de árbol.
Su estructura está hecha con un mango de bambú biodegradable y cerdas de nailon, pero también las hay con cerdas de material natural, tan eficientes como un cepillo de plástico.
El bambú es famoso por tener propiedades antibacterianas, antimicrobianas y antifúngicas, lo que lo convierte en una materia prima perfecta para la fabricación de cepillos de dientes.
Es posible hacer tu parte, adoptando pequeños cambios como este, eligiendo este producto que está elaborado a partir de un recurso natural renovable, que existe en abundancia en el planeta, es sustentable y seguro para ser descartado.
Primero, es importante guardarlo en un lugar seco y desinfectarlo cuidadosamente, siempre después de usarlo.
Con estos sencillos cuidados, puedes seguir la recomendación de cambiar tu cepillo de dientes cada tres meses, sin ningún problema.
Una lógica simple a seguir es: si lo desecha en una bolsa de basura, no hará tanta diferencia como si lo desecha en desechos de materia orgánica, como tierra fértil o compost, e incluso si lo entierran.
Si las cerdas son de nailon, puedes quitarlas con la ayuda de unos alicates y tirarlas a la basura reciclable.